Declaración para el día de la investidura.

Volvemos a las plazas, en cada ciudad, cada pueblo. Estuvimos en la Puerta del Sol aquel 15 de mayo de 2011. Hoy somos más, estamos mejor organizadas y, por muchos motivos aún más hartas que entonces. Aquél fue el germen y pistoletazo de salida de un proceso de profundas transformaciones en la sociedad.

Vimos cómo el régimen se tambaleaba y durante un tiempo actuó a tientas. La conmoción puso al desnudo un sistema de antiguas legitimidades hasta ese momento prestigiosas, o al menos consentidas, entre otras la élite empresarial (CEOE), parte de ella procesada y en prisión (Díaz Ferrán). El viejo rey Juan Carlos I se vio obligado a renunciar al trono. Y una cascada de causas judiciales cayó sobre lo que durante décadas permaneció oculto e impune (Gürtel, Púnica, Bankia, la estafa de las preferentes, Caso Nóos, EREs de Andalucía, el 3% en Cataluña etc.).

Pero habríamos sido ingenuos si pensáramos que el régimen iría a reformarse así sin más y abrirse a las demandas ciudadanas. Lejos de ello, el PP profundizó los recortes sociales que Zapatero inaugurara con la primera Reforma Laboral, la reforma del Art. 135 en la Constitución para priorizar el pago de la Deuda Pública, e intensificó las privatizaciones en la gestión de los servicios públicos.

Para acallar las protestas incrementó la represión policial y aprobó la Ley Mordaza, más propia de una dictadura bananera que de una democracia. Pero la respuesta no se limitó a eso, convocó nuevas elecciones -dos repeticiones en unos pocos meses (20D, 26J)- y sólo consiguió que 3 de cada 10 españoles lo apoyaran. Sin mayoría en las Cortes para formar gobierno y seguir la política de recortes y rebajas salariales que ordena La Troika, el PSOE sale en su auxilio con el vergonzante gesto de la abstención, y Ciudadanos completa la Gran Coalición del IBEX para seguir en las garras «de políticos y banqueros».

Por eso volvemos a las calles y las plazas, porque continúa intacta la sensación desbordante de que a esto lo vamos a cambiar entre todas, para enterrar de una vez el régimen que aquel 15 de mayo de 2011 diéramos por tocado y herido,

No nos resignamos a que los corruptos sigan en el poder en su incesante trabajo de desposesión. Y somos conscientes de que nadie irá a salvarnos de nada, ni «dirigentes esclarecidos», ni aparatos consagrados. Sólo el pueblo salva al pueblo. Y aunque nadie sobra en esta batalla, estamos convencidos de que es la hora de la gente de a pie, de los olvidados, de los excluidos, de los que no tienen voz ni son recibidos en los despachos.

Vivimos tiempos de intenso sufrimiento, pero también de un régimen que no da más de sí y eso abre nuevos horizontes, a condición de que confiemos siempre en nuestras propias fuerzas y posibilidades. Estamos aquí para decirles “No nos dejasteis soñar, seremos vuestra pesadilla”, “Hoy, como ayer, no nos representáis”, y “La democracia sigue brillando por su ausencia». Organicemos la rabia y la lucha de las y los de abajo. Empezamos por llenar de nuevo las plazas de ilusión, seguiremos incansables como mareas en la lucha contra los recortes, con las políticas de austeridad, contra la represión, empeñados en las imprescindibles transformaciones sociales que hagan efectivos los derechos de las mayorías.

 

DESBORDA MADRID

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